INTRODUCCIÓN.
El presente trabajo hace
un recorrido sobre el boom latinoamericano: fenómeno literario y
político que encumbró internacionalmente a varios escritores, no así
escritoras, latinoamericanos no solo por la expansión de la producción
literaria sino también por un incremento del público lector. Lo anterior colocó
a América Latina en el centro del mundo de la literatura por un periodo
aproximado de diez años, de 1960
a 1970. Aunque su consolidación inició a principios de
los años sesenta del siglo pasado su cronología es difícil de ubicar
temporalmente, sin embargo la década de los cuarenta representa una fecha
clave, en ese periodo y a raíz de la emigración de varios intelectuales a
México y Argentina se produce un auge en la industria cultural, se publican Tierra
de nadie y Para esta noche de Juan Carlos Onetti y algunos de los
cuentos de Jorge Luis Borges y varias revistas culturales.
Como veremos la
irrupción de la llamada “nueva narrativa latinoamericana” de los años sesenta
trastoca el realismo de la narrativa regionalista e indígena que predominó
durante las primeras décadas del siglo pasado, sin embargo su desarrollo no
constituye el seguimiento de alguna tradición, corriente o tendencia en
particular sino que se trata de la agrupación de varias formas y estilos
simultáneos, incluso discrepantes, que tenían en común la búsqueda de una
identidad, de la identidad latinoamericana.
Así como la duración de esta etapa de la literatura
latinoamericana es difícil de ubicar, la agrupación de sus autores
representativos es arbitraria, hay quienes ubican la línea de su desarrollo
generalmente desde la publicación de Rayuela en 1963 hasta Cien años
de soledad en 1967 –año éste en que Miguel ángel Asturias se hace acreedor
al premio novel de literatura. Lo cierto es que en dicho periodo aparecieron
las primeras novelas de jóvenes escritores – Mario Vargas Llosa y Carlos
Fuentes – y las novelas cúspide de escritores prestigiosos –Ernesto Sábato,
Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar –.
El objetivo central es hacer un reconstrucción de la
literatura latinoamericana durante la década en que se desarrolló el Boom, sin
soslayar el contexto político y social en que emerge para estar en condiciones
de comprender la influencia que tiene en tanto en escritores como en lectores.
Esto es, sin olvidar los propios impactos sociales y políticos que tuvieron la Revolución Cubana
(1959) o los movimientos estudiantiles de 1968 en Francia, Alemania o México,
así como el significado de las vanguardias literarias como el existencialismo y
el realismo mágico. Para ello se parte de la siguiente hipótesis: Lo latino
como lo latinoamericano forma parte de una nueva conceptualización a través de
la literatura a partir del boom.
En el primer capítulo haremos un breve recorrido sobre
los antecedentes que explican el surgimiento del fenómeno literario en mención
en el que se pone preeminencia al contexto histórico y social así como una
breve revisión de los escritores más significativos. Mientras que en el
capítulo segundo abordaremos qué se conoce como el boom y cuáles son sus
características que, como hemos dicho, al ser arbitrario hay varias
interpretaciones; sin embargo se distingue tanto por su carácter social e
ideología política que se manifiesta no solo en el lenguaje empleado en las
obras sino también en los temas sobre los que orbitan. En este mismo apartado
analizaremos algunas de las vanguardias literarias: el realismo mágico, el
surrealismo, el existencialismo y el creacionismo. El capítulo tercero esta
dedicado a analizar la última etapa de este fenómeno literario, que si bien
como hemos dicho no hay una fecha precisa se puede verificar a través de su
trascendencia en otras generaciones de escritores y lectores, para ello es
importante revisar los premios y las instituciones que emergieron así como las
discusiones que desde entonces indagan sobre lo latinoamericano en general y
sobre la literatura latinoamericana en particular.
- Contexto. ¿Qué sucedía en Latinoamérica?
En las décadas posteriores a la segunda guerra
mundial, en el mundo surgen molestias económicas, políticas y sociales. Esto
provoca distintas alianzas y bloques en donde se acentúan las diferencias
nacionales y sociales. Estados Unidos encabeza el “bloque occidental”, que se
caracteriza por un modelo de producción capitalista además que “trata de
impedir transformaciones sociales que afectarían su sistema de dominio”[1]. Mientras la Unión Soviética
ejerce el mando con el bloque denominado socialista.
La pelea del poder político que se realizó
entre estos dos bloques: el capitalista y el socialista, es la llamada “guerra
fría”, esta produjo varios choques locales como la guerra de Vietnam (1955), la
de Corea (1950), además de involucrarse en los conflictos de Medio Oriente.
Esta rivalidad trajo consigo poco desarrollo de la cultura y de la ciencia,
esta última era utilizada para generar armamento. También el “conflicto entre
capitalismo y socialismo tuvo su expresión en situaciones revolucionarias en el
tercer mundo”[2]
América latina no fue la excepción, en ella se
manifiestan grandes inquietudes sociales y políticas como es el caso de la
revolución cubana en 1959, en donde es derrocada la dictadura de Fulgencio
Batista ante la lucha popular encabezada por Fidel Castro, usando como
estrategia la guerra de guerrillas. El nuevo gobierno declara a Cuba
socialista, además de tener tendencias a la nacionalización económica y una
política socioeconómica igualitaria. A raíz de esto Estados Unidos instaura un
bloque económico a la isla.
La política de Estados unidos después de la
revolución cubana, planteo el fortalecimiento de la zona con ayuda de capital
norteamericano a esto se le llamo la “Alianza para el progreso”, pero en 1963
tras el asesinato del presidente Kennedy hubo un estancamiento en las
relaciones lo cual produjo una baja de los recursos para América latina. Además
a partir de la victoria de la revolución cubana en el pueblo latinoamericano se
gestaron nuevas ideas con un principio de igualdad, las cuales Estados unidos
sofocará con nuevas estrategias en donde
intervendrán los propios gobiernos de los países latinoamericanos para acallar
estas voces de libertad.
En la década de los sesentas América latina se
encontraba en una crisis, por una industrialización incompleta ya que la
maquinaria necesaria para la producción tenia que ser importada, la demanda
interna de productos manufacturados era poca, además la tecnificación reducía
el numero de puestos de trabajo.[3] Esto trago el descontento en la población y una
presión contra el gobierno, el cual respondió con represión y en varios casos
con golpes de estado, donde las decisiones más importantes eran tomadas por el
sector militar.
Por otro lado, en 1957 Frondizi asume la presidencia
de Argentina, y tomo políticas enfocadas a la alianza con el sector obrero, en
1962 gana la mayoría de las provincias, esto dio excusa al poder militar para
derrocar a Frondizi en marzo de ese mismo año. El gobierno decido mandar a
elecciones donde Arturo Illia salió victorioso su gobierno tuvo enfrentar la
oposición de fuerzas armadas, estos roses con el gobierno iniciaron un golpe de
estado en julio de 1966. Las consecuencias del golpe militar fue la sustitución
del presidente, de la suprema corte, de los gobernadores, se desintegro el
Congreso y los Consejos Municipales, además de la prohibición de los partidos
políticos.[4]
Estados Unidos tubo injerencia en las políticas
brasileñas desde al década de los 50s, “en 1952, el acuerdo militar firmado con
los Estados Unidos prohibió a Brasil vender las materias primas con valor
estratégico -como el hierro- a los países socialistas”[5]. En 1957 Hanna Mining compro la mayoría de acciones
de una empresa británica dedicada a la explotación de oro. En 1961 el 21 de
agosto el presidente jâinio Quadros firma una resolución restituyendo los
yacimientos de las minas a la reserva nacional cuatro días des pues el
presidente es obligado a renunciar “después de que se cansaron de arrojar a la
hoguera o al fondo de la bahía de Guanábana los libros de autores rusos… y tras
haber condenado al exilio, la prisión o la fosa a una innumerable cantidad de
brasileños, la flamante dictadura de Castelo Branco puso manos a la obra:
Entrego el hierro y todo lo demás.”[6].
En Uruguay en 1962 se crea el Movimiento de
liberación Nacional (tupamaros) el cual operaba con meto de guerrilla urbana,
cuya incidencia lo llevo a ser considerado actor político. Un golpe militar en
Perú establece una reforma agraria y trata de independizar económicamente al
país[7].
En Estados Unidos en la década de los 60s
también se Vivian intensas movilizaciones sociales “Entre 1964 y 1965, se
aprobaron las leyes que garantizaban el derecho al voto paro los negro y
prohibía la segregación en las escuelas y en todos los lugares públicos”[8] en 1966 aparece el partido pantera negra. La guerra
contra Vietnam tuvo una fuerte oposición juvenil nacida en las universidades,
muchos jóvenes se negaron ir a la guerra.
En México en las década de los 60s se vivieron
años de deterioró político, en los cuales se desdibujaba el llamado “milagro mexicano”. Las acciones
tomadas por los gobernantes mexicanos que se caracterizaban por ser un Estado
menos benefactor, hicieron crecer el
descontento en la población, detonando en 1964 el movimiento médico, el cual
fue rápidamente creciendo y organizándose. La respuesta por parte del gobierno
fue la represión de dicho movimiento. En este escenario de confrontación social
surge el movimiento estudiantil en Michoacán en octubre de 1966. Para el nuevo
gobierno su fundamento era “el principio de la conservación del orden a toda
costa”[9] por lo cual nuevamente terminó en la represión
estudiantil, con un saldo de un muerto y varios heridos. La huelga estudiantil
en Michoacán, las políticas y reducto de presupuesto para las universidades son
algunos de los antecedentes que impulsarían la organización del movimiento
estudiantil de 1968 que culminaría con la matanza estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas
(Tlatelolco), ordenada por el presidente en turno Gustavo Díaz Ordaz.
La represión en México continuó en los años
70s, nuevamente a los estudiantes se les
reprimió con un grupo paramilitar llamado los “halcones”. En esta década surgen
nuevas formas de búsqueda de un cambio social, por un lado una corriente
reformista intentando hacer el cambio desde la acción política y por otro lado
la expresión radical de la guerrilla.
En Chile en 1970 se realizan las elecciones para la
presidencia, las cuales son ganadas por la coalición Unión Popular, encabezada por
Salvador Allende, por quien declino el escritor Pablo Neruda. Las medidas
sociales y económicas tomadas por el nuevo gobierno fueron para favorecer al
sector popular, entre las acciones tomadas por Salvador Allende se destacó (ya
que tenia mayoría en el congreso), la nacionalización del cobre. Las nuevas
políticas establecidas iban en contra de los intereses del gobierno de Estados Unidos, quienes apoyaron en 1973 al jefe militar Augusto
Pinochet, el cual ordenó el despliegue de las fuerzas armadas por el país y el
bombardeo al Palacio de la
Moneda donde se encontraba Salvador Allende. Después del
golpe de estado se implantó la dictadura
al mando de Augusto Pinochet, caracterizada por la represión.
El modelo de dominio que ejerció Estados Unidos
en latino América, tuvo expresiones muy diversas y diferentes en cada país,
pero siempre en beneficio de sus intereses. Esto provoca en América Latina una
ideología de cambio, respeto, equidad; que va ha avivar las esperanzas de
transformación hacia nuevos modelos económicos, nuevas formas de gobierno;
donde varios de los escritores del “Boom latinoamericano” se identificaran y
defenderán estas causas. Estos escritores fueron: Carlos Fuentes, julio
Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa José Lezama Lima, entre
otros. Estos escritores denominados en la categoría del boom latinoamericano
son fuertemente influenciados por su contexto histórico.
2.Las vanguardias.
La
literatura hispanoamericana de la primera mitad del siglo XX poseía
características muy propias y una de ellas era que presentaba distintas
tendencias que para su distinción utilizamos el sufijo ismos. Estas tendencias nacieron en Europa en la primera década
del siglo XX, por mencionar algunas está el cubismo pictórico de Picasso y
Braque, el futurismo de Marietti, el dadaísmo de Tristán Tzara, el
expresionismo alemán, el imaginismo inglés de Ezra Pound, el cubismo literario
de Guillaume Apolinaire y, la música atonal y dodecafónica de Stravinsky. La
intención de hacer este tipo de vanguardias era para renovar las modalidades
artísticas.[10]
Así, en este rico contexto artístico, nace el surrealismo en 1924,[11]
el cual, “está basado en los trabajos de Freud y otro psicólogos […], proclama
que la realidad tiene un carácter dualístico, exterior e interior, y trata de
captar los dos a la vez.”[12]
Una de las características fundamentales de las letras hispanoamericanas
es que desecha el uso racional del lenguaje, de la sintaxis lógica, la forma
declamatoria y el legado musical, este último, muy particularmente en la poesía
se jugaba con la rima, la métrica y los moldes estróficos,[13]
para que se impusiese la imaginación, las imágenes insólitas, el asintactismo y
las formas fragmentadas del hilo narrativo. Quien marca el nacimiento de una
nueva poesía fue Vicente Huidobro.
Otras vanguardias que se presentaron fueron: el ultraísmo argentino y el
estridentismo mexicano, que irrumpen el postumismo dominicano y el diepalismo
portorriqueño. El Postumismo tiene como representante a Domingo Moreno Jimenes,
cuyo afán era distanciarse de la estética establecida,[14]
desarticular la métrica y la armonía; el diepalismo por su parte busca, a
través de Luis Palés Matos y José I. de Diego Padró, crear un modo sintético de
expresión que agilice la poesía sin recurrir a la descripción.[15]
De ambos movimientos surgieron en las Antillas el euforismo y el noísmo.
El modernismo igualmente estuvo presente, con obras de Ramón López Velarde
y de Juan José Tablada, quienes buscaban una forma más sencilla de expresión,
la cual se contraponía a la literatura romántica.
Hubo, con menor impacto, grupos como el agorismo, surgido en 1929 y
promovido por Agustín Yáñez. Otro fue el grupo de los llamados contemporáneos, donde encontramos
autores como José Gorostiza, Salvador Novo, Jaime Torres Bodet, Gilberto Owen,
Xavier Villaurrutia, Bernardo Ortiz de Montellano, Carlos Pellicer, Mariano
azuela y Samuel Ramos[16].
Aquí, es necesario explicar más detalladamente un par de tendencias
representativas de las letras hispanoamericanas, y es lo que se refiere al
realismo mágico y el realismo fantástico, pues uno de los retos más grandes
para todo escritor es lograr reproducir la realidad de la mejor forma posible.
Con el fin de poder entender y explicar mejor su devenir en la vida pero, ¿Qué
es la realidad?, en el lenguaje cotidiano llamamos realidad a todo aquello que
captamos de forma inmediata con nuestros sentidos y la conciencia, ya sea sobre
la sociedad, las emociones o las actitudes que nos acompañan en el día a día.
Pero quizá ésta parte de la realidad sea la menos significativa por ser la más
“externa” y “tradicional”.
Existe también “otra realidad”, la que no se ve directamente, la
imaginativa, la fantástica. Esta realidad es subjetiva pero profundamente real.
En la literatura, paradójicamente, el escritor más realista es el más
especulativo, imaginativo y desconfiado de sus sentidos. Algunos ejemplos son:
Edgar A. Poe, Kafka, Borges y Cortázar.
Se creía que la literatura estaba condenada a ser juzgada por su
realidad más inmediata (mimesis) pero esto está mal entendido. ¿En qué medida
entra la realidad en las diversas formas artísticas? ¿Por qué la literatura
tiene mayor dosis de realidad y fantasía?
La respuesta a la primera pregunta es sencilla, el hombre cambia
constantemente y con junto con él el arte, el cambio es paulatino y continuo,
los factores que llevan al cambio son: Hechos sociales, económicos e
ideológicos. La segunda pregunta se deriva de la primera y la respuesta es por
el material del que se construye, las palabras, a diferencia de otras artes el
cambio es más directo, más perceptible pero más imaginativo.
En el mundo del Boom la realidad pasa por el sujeto y se subjetivisa, el relato adquiere una
nueva textura, el sujeto duda de todo “dudo y luego existo”, duda de lo moral y
lo físico. Lo único de lo que no se duda es de los sentimiento que nos provoca
la realidad. (Sujeto – objeto y, narrador – realidad). El sujeto, duda, se
angustia, se rebela y luego existe el sujeto y el objeto se abrazan y van juntos.
De esta forma la literatura ya no es solo un objeto estético. En el boom latinoamericano la novela pasa a ser
algo extraliterario. Las obras sirven más como una experiencia vital que como
ficción, ya que va más allá del significado común palabras, la misma obra nace
de consideraciones extraliterarias más que de los recursos lingüísticos (la
moral, la religión, el sentido de existencia, lo social). Las preocupaciones
esenciales del autor van más allá de la literatura.
En nuestra América, desde antes de la Conquista, desde las historias del
Popol Vuh ha sido escenario de múltiples formas de imaginería que nacen de la
tierra, de las magias y leyendas, de las supersticiones de los pueblos y su
reflejo particular de interpretar los hechos y fenómenos, la narrativa recoge
muchas de estas manifestaciones, a las cuales se les ha dado el nombre de
Realismo Mágico.
Así, el Realismo Mágico, que tiene como precursora a Elena Garro y, que
fue un “término inventado por el crítico
alemán Franz Roh, convierte la realidad en fantasía sin deformar aquélla”;[17]
son obras que implican una cosmovisión mítica y mágica del mundo. Tienen una
alteración insólita de la realidad, pero esta alteración implica tener una fe,
es decir, una mente predispuesta al milagro.
Algunos ejemplos son: Pedro Páramo de Rulfo, Cien años de soledad de García
Márquez, El reino de este mundo de Roa Bastos. Novelas en donde el elemento
indígena, africano o mestizo se encuentra con su particular visión mística.
Posteriormente, en una etapa más avanzada del desarrollo cultural,
ciertos escritores para explicarse mejor la realidad que no se ve, inventaron
una suprarrealidad a la cual suele llamarse realismo fantástico.
De esta forma el realismo fantástico, es el producto del esfuerzo de la
imaginación, surge de una visión racionalista y científica del mundo. Es el
esfuerzo de la imaginación que busca en la invención el mejor medio de
explicarse y revelar la realidad que no perciben los sentidos. Algunos ejemplos
son: los laberintos metafísicos y los juegos entre realidad y apariencia de
Borges, las nuevas posibilidades del tiempo y el espacio de Cortázar; la
realidad que se escurre y se duplica en Aura de Carlos Fuentes o las
imaginerías de Juan José Arreola y muchas páginas de Paradiso de Lezama Lima
pueden incluirse en esta categoría.
El creacionismo es una corriente literaria, parte del movimiento de las
Vanguardias de la década de los veinte, sustentada principalmente por el poeta
chileno Vicente Huidobro (1893-1948), cuyas aspiraciones artísticas se
convirtieron en los puntos clave de ésta corriente.
Los nuevos poetas hispanoamericanos junto con las vanguardias se
agruparon alrededor de revistas. Se puede considerar el discurso de Huidobro, Non serviam, pronunciado en el Ateneo de
Santiago, en 1914, como el inicio del movimiento de las vanguardias en
Hispanoamérica.
Con respecto a lo social, las primeras décadas del siglo XX se
caracterizan por agitaciones que respondían a los problemas de las diferencias
entre los pobres y ricos, a pesar de las reformas sociales, económicas y
educativas. El poeta se veía a sí mismo como un iluminado, su percepción de la realidad era tan aguda que veía con
más claridad los hechos. De esta forma el arte vanguardista era distinto de
todo cuanto se había conocido hasta entonces porque la realidad, el mundo
moderno de esos años, desde su punto de vista, también era radicalmente
distinto. Los escritores buscaron renovar sus técnicas literarias para expresar
el mundo mítico y legendario con el que se convive.
Otro movimiento importante es el existencialismo, el cual deriva
principalmente de la filosofía, presentando la situación angustiosa del hombre
moderno. El amor y la fe dejan de existir y el hombre únicamente se limita a
eso mismo: a existir. Nada tiene importancia.[18]
El existencialismo entra a Hispanoamérica gracias a Eduardo Mallea, en la
década de los 30 y 40.
Otra vanguardia importante de referir es el cosmopolitismo, con capital
en Buenos Aires y con Borges como su principal referente. El cosmopolitismo se
opone al criollismo, pues se interesa más en el individuo, en la vida urbana y
en la fantasía.[19] El
criollismo aspiraba a desentrañar la esencia de la argentinidad.[20]
De igual forma se extendió por Latinoamérica con autores como María Luisa
Bombal, Ramón Ferreira, Rogelio Sinán, Juan Rulfo, Lino Tomás Calvo y Augusto
Roa Bastos.
El vanguardismo se desarrolla en diferentes tiempos y de formas
distintas en Hispanoamérica, en Cuba encontramos a Manuel Navarro Luna, Mariano
Brull, Emilio Ballagas, Nicolás Guillén y Eugenio Florit.[21]
En Centroamérica, el vanguardismo sólo muestra desarrollo en Nicaragua,
gracias a José Coronel Urtrecho en 1927, rechazando toda imitación servil y
aspirando a iniciar una tarea rectificadora de la poesía de su país. Con él
colaboraron Joaquín Pasos y Pablo Antonio Cuadra.[22]
En cuanto a Guatemala, cabe recalcar que muchos de sus escritores se
encontraban en París o México al momento de hacer sus obras.
En Venezuela encontramos a escritores como José Antonio Ramos Sucre,
Miguel Otero Silva, Julio Garmendia y Arturo Uslar Pietri. En Colombia no hubo
una actividad de verdadera vanguardia, aunque encontramos escritores como León
de Greiff, Luis Vidales y José Félix Fuenmayor, antecedente de García Márquez.[23]
Tampoco en el Ecuador surge un vanguardismo activo, a pesar de la existencia de
un grupo antirretórico y dadaísta, sólo la poesía de Hugo Mayo obtiene
reconocimiento continental.[24]
En Bolivia y Paraguay, la vanguardia se hace presente hasta terminar la
Guerra del Chaco; mientras que en Perú, Alberto Hidalgo promueve el simplismo y
las vanguardias son difundidas en revistas como Amauta, fundada por José Carlos Mariátegui.
En Uruguay existió una vanguardia secreta
de un sólo autor sin antecedentes: Felisberto Hernández, quien es el primero en
interiorizar el proceso narrativo, pues “cultiva una narrativa concebida como
empresa imaginaria”.[25]
Sin embargo, un grupo de jóvenes “formados en la sombre de la Guerra
Fría y llenos de angustia por la amenaza de una guerra atómica”,[26]
rechaza al existencialismo como una respuesta final. Ellos buscan despertar la
conciencia social, oponiéndose en sus temáticas, a la fantasía de algunos
cosmopolitas y del ruralismo de los criollistas. Ellos inician el neorrealismo,
con personajes pobres que viven en los barrios inmundos de las grandes ciudades
y estando influenciados por Hemingway. Presentan un estilo escueto, sin
descripciones épicas características de los criollistas ni experimentalismo
cosmopolita. Encontramos escritores como Pedro Juan Soto y Enrique Congrains
Martín.
¿Y el boom?
El boom
latinoamericano tiene características muy peculiares. Podemos resaltar que, en
tanto a valores estéticos, así como en los temas tratados en las obras, son una
extensión de lo que se venía dando desde las vanguardias que se habían gestado
en las décadas pasadas y que fueron referidas y explicadas en el apartado
anterior; los cuales fueron “decisivos en la formación de los neorrealistas
puertorriqueños y peruanos”[27]
y que, a su vez, resultaban una alternativa viable al cosmopolitismo iniciado
por Borges y que dominó la literatura en la década de los 50.
En tanto al género del cuento, el principal rasgo característico es el
de la experimentación formal,[28]
pues encontramos una gran sencillez en los microcuentos,
una complejidad cronológica de los cuentos psicoanalíticos y mucha ambigüedad
en el realismo mágico.
Encontramos como principales exponentes a: Julio Cortázar, Carlos
Fuentes, Mario Vargas Llosa y a Gabriel García Márquez.
De igual forma, otros escritores contemporáneos reconocidos fueron:
Humberto Arenal, Álvaro Menéndez Leal y José Agustín, iniciador de la
vanguardia conocida como la literatura de
la onda, a la que le siguieron Gerardo de la Torre, Juan Ortuño Mora,
Manuel Farill Guzmán, J. Mario Arbeláez y Antonio Skármeta. Esta vanguardia
estuvo influenciada por el movimiento beatnik
y la literatura de Jack Kerouac[29],
trata de temas que conciernen a la juventud, como el sexo, las drogas, los
problemas familiares y demás temas para los chavos
de onda, como la música Rock. Los temas fueron abordados con un tono
insolente y el lenguaje se vuelve protagonista de la obra.
En general, podemos observar, al menos en los escritores mexicanos de la
década referida, que insertan frases y modos en extremo coloquiales,
encontramos elementos de picardía
mexicana, reflejan a la sociedad mexicana a través de su sabiduría y filosofía popular, que incluye chistes y refranes, así como el
concepto que hasta Octavio Paz dedicó un ensayo demasiado profundo: la chingada,[30]
el cual, no es poca cosa, pues encontramos referencias a este término en
autores como José Emilio Pacheco en “La reina” en El viento distante; en La
muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes y en Dos crímenes de Jorge Ibargüengoitia.[31]
La irreverencia y la ironía igualmente se hacen presentes en gran parte
de los cuentos, se buscan nuevas formas narrativas y distintos tipos de
ordenación del texto en el espacio disponible en el papel, herencia del
cubismo.
Cabe mencionar que el tema político igualmente está presente en la
literatura del boom, habiendo críticas y ataques a la realidad socio-política
que en eso momentos se vivían. Recordemos que era una etapa de alta
inestabilidad social, llena de golpes de estado, pobreza y demás vergüenzas,
que fueron referidas en el primer apartado de este trabajo.
Otros autores que podemos nombrar y que son contemporáneos de la década
del boom son: Adolfo Bioy Casares, Augusto Monterroso, Pedro Gómez Valderrama,
Álvaro Mutis, Vladimiro Rivas Iturralde, Enrique Anderson Imbert, Marco Denevi,
Virgilio Piñera, Álvaro Menéndez Leal, Óscar Acosta, René Avilés Fabila, Mario
Benedetti, Jorge Edwards, Óscar Collazos, Adriano González León y Juan Tovar.[32]
3. A modo de conclusión: ¿El
fin del Boom?
Ahora que hemos analizado cuáles han sido las vanguardias
literarias, el peso del contexto que vivieron los autores y cómo se reflejó
esto en su obra, es meritorio hacernos ciertas preguntas: ¿Qué pasó después del
Boom Latinoamericano?, ¿Terminó? y si es así ¿Se puede decir que dejó un legado
para las nuevas generaciones, cuál fue?
Con el afán de montarnos en brazos de gigantes para
responder estas preguntas, se realizó una pequeña investigación monográfica
donde múltiples escritores y críticos literarios hablan al respecto, he aquí
algunas de las respuestas a todas estas preguntas:
-Entrevistador: ¿Cuál cree que es la principal
aportación a la literatura para con los nuevos escritores?
-JON LEE ANDERSON: Con esas obras América Latina (como una entidad
cultural y geográfica propia) adquirió un lugar reconocido en el imaginario
internacional literario, realmente por primera vez. América dejaría de ser
interpretada casi exclusivamente en el ámbito internacional por autores
extranjeros salvo algunas notables excepciones como Paz, Borges y Carpentier. Y
sobre todo con la obra de García Márquez, los “boomistas” también ofrecieron, y
por primera vez, una manera distinta de narrar, y de percibir, la realidad
latinoamericana, destacando historias de la gente “común" - los indígenas,
los mestizos, los negros, y las gentes del campo, tradicionalmente marginados-
en lugar de personajes de la élite criolla hispana.
-Entrevistador: ¿Cuál cree que es la principal
aportación a la literatura para con los nuevos escritores?
-MARIE ARANA: Antes del boom, en Estados Unidos imperaba una apatía
pertinaz hacia las traducciones extranjeras. Uno de los periodistas más famosos
de EE UU, James Reston, de The
New York Times,
afirmaba: “Los estadounidenses están dispuestos a hacer cualquier
cosa por Latinoamérica excepto leer algo
sobre ella”. El boom demostró que estaba equivocado. Sin
embargo, una vez que los latinoamericanos cruzaron la puerta, la situación
cambió. A principios de la década de 1980, los hispanoamericanos que escribían
en inglés se convirtieron en el centro de atención. Y así es como los
“escritores del boom”, como los conocemos, nunca
aumentaron en número. Se siguió leyendo a García Márquez, a Vargas Llosa, a
Fuentes y a otros, pero el boom nunca se tradujo en nuevo talento
latinoamericano. La resistencia ante las obras traducidas siguió siendo la
misma que antes, puede que hasta con una terquedad más intensa. El peor legado
del boom ha sido la falta de imaginación que
provocó en las editoriales, que solo han promovido a los imitadores, en vez de
fomentar algo nuevo.
-Entrevistador: ¿Cuál cree que es la principal aportación a la literatura para
con los nuevos escritores?
-JUAN
CRUZ: La
diversidad. Se dice boom porque no hay tendencias, hay
escritores y hay novelas. Boom significa explosión, partes que quedan de un
todo. Hubo de todo; por fortuna se diluyó la expresión realismo mágico, que
aludía solo a una parte, y se quedó en boom. Creo que al final
esa fue una expresión (una explosión) afortunada. [33]
Con esto nos podemos dar cuenta de la diversidad de opiniones que
hay en relación al fenómeno del Boom
Latinoamericano, con el que sin lugar a dudas podemos sentenciar varios puntos:
-
Si bien forjó una nueva ola literaria,
consolidando a la literatura latinoamericana como un homogéneo que compartía la
intensidad de la rebeldía social, logró forjar también una nueva ola de
lectores, abriendo sus ojos a una realidad cultural y personal distinta.
-
A pesar de que el Boom se podría
catalogar como una mera artimaña de mercadotecnia, abrió el mercado editorial
no sólo para los escritores latinoamericanos de la época, sino para todos los
siguientes, pues las editoriales comenzaron a apostar por el talento mestizo
del latinoamericano.
Aunque sin lugar a dudas, como nos menciona Ana María Shua, estos
escritores con sus letras, Pusieron a la
literatura patas arriba. Sacó de la academia los experimentos de las
vanguardias y se los regaló a la gente, convertidos en narración pura.
Descubrió con San Agustín que el tiempo es una cierta distensión del alma, y
nos hizo zigzaguear por sus vericuetos. Fue político sin someterse a ninguna
ideología. Puede haberse convertido en estancamiento y burocracia: ¡pero nunca
olvidemos que fue revolución!.[34], revolución ideológica expresada en letras,
concibiendo de esta manera los cimientos de una identidad o personalidad
latinoamericanas, así como los nuevos clásicos de la literatura.
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[13] Verani, op.cit.
p. 10.
[17] Menton, op.cit. p.
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[20] Verani, op.cit.
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[21] Verani, op.cit.
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[25]
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[26]
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[27]
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[31]
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[32]
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