Enrique Dussel, uno de los filósofos mexicanos más
reconocidos, crea en su libro “1492, el encubrimiento del otro”, una crítica a
la visión hegeliana de la Historia Universal, la cual decía que el curso de la
Historia Universal va del Oriente hacia el Occidente[1], sustentándose en las
hipótesis del Espíritu Absoluto y la Libertad Subjetiva, concepciones
Modernistas de Europa. A ésta hipótesis criticada se le llama el
“eurocentrismo”. De la misma forma, habla de otro aspecto determinante en la
Filosofía de la Historia Universal Eurocentrista, pues sustenta que no hubo un
verdadero descubrimiento de América, sino una invención, que, como eufemismo,
ha sido llamada “encuentro de dos mundos”, ya que sólo busca justificar los
actos de violencia de la conquista espiritual. Esta invención es, según Dussel,
inicia por la creencia de los europeos –errónea, desde luego– de haber llegado
a India, y de que los seres humanos nativos de América eran bárbaros y niños a
quien había que enseñarles, todo esto que encubre una “falacia desarrollista”
característica del Modernismo. De igual forma trata el concepto que los
europeos denominaban “descubrimiento” de América desde la perspectiva del
“encubrimiento” que regresa a la hipótesis del “encuentro de dos mundos”. Todo esto, genera, según Dussel un “ego”
sobre el cual, Europa escribe su Historia Universal. Para finalizar la crítica
Dussel sugiere una nueva forma de ver la Historia, la cual es a la inversa de
Europa, es decir, de Occidente a Oriente.
De la primer conferencia, podemos
extraer la visión europea de las Indias, así como sus justificaciones para
hacer una “justa guerra” en contra de los indígenas. Inicialmente, Dussel cita fragmentos de
filósofos, historiadores y cronistas con respecto a su visión, argumentando que
en América se vivía en un estado de inmadurez culpable, donde la pereza y la
cobardía son las causas por las que gran parte de la humanidad permanece en ese
estado[2], de igual forma, Hegel
afirma que el desarrollo constituye en “una serie de fases, una seria de
determinaciones de la libertad”[3], las cuales, América,
donde la inferioridad de los individuos era cuestión evidente, no las poseía.
Antonelo Gerbi, dice que América no ha terminado su formación, que es la tierra
del futuro, futuro en el cual se mostrará su importancia histórica, de
mientras, no es cuestión que interese al eurocentrismo, pues “el filósofo no
hace profecías”[4].
De esta manera, para el europeo, toda América es una tierra en bruto, bárbara,
primitiva y salvaje, donde hasta las plantas, piedras y recursos naturales
eran, por consiguiente, inferiores. América no era parte de las tres partes del
mundo. Debemos considerar, de igual forma, que Hegel es el padre del Idealismo
Filosófico, así, es un poco menos sorprendente –y hasta con cierta ironía lo
podemos tomar– que haya escrito las páginas más insultantes de la Historia de
la Filosofía mundial[5], bajo la justificación de
que la significación ideal superior es la del Espíritu[6], y desde él se desarrollan
los principios universales de la razón[7], es decir, dice que el
portador del Espíritu Absoluto (los protagonistas del desarrollo, la potencia
nacional de su tiempo), tiene totales derechos por sobre los demás, dejando
desprovistos de éstos a todos los otros pueblos que no sean portadores de ése
espíritu. Hegel y Habermas dicen que el descubrimiento de América no tiene
significado alguno para la modernidad, pero Dussel intenta demostrar lo
contrario arguyendo que la Conquista será esencial en la construcción del ego y
soberbia de la modernidad europea como más adelante se tratará.
En la segunda, tercera y cuarta
conferencia se tratan asuntos que van intrínsecamente ligados, que va desde la
invención del “ser asiático” hasta el eufemismo del “encuentro de dos mundos”.
La invención del ser asiático reside básicamente en la hermenéutica de los
viajes de Colón, ya que, pensando que había llegado a la India, llama indios a
la gente que vivía en tierras americanas. El descubrimiento del Nuevo Mundo hacía
de Europa el “centro”, siendo todo lo demás la periferia, es decir,
geográficamente Europa estaba “a la izquierda” de Asia y “arriba” de África,
sin embargo estaba sitiada, ya que “a su izquierda no había nada más”, ésta
hipótesis, claramente deriva de las ideas medievales de que la Tierra era
plana, y posteriormente, comprobada su redondez, la creencia de que si uno
navegaba hacia el occidente encontraría “del otro lado” a Asia[8]. Por consiguiente, Europa al saber que había
una “Cuarta Parte a su izquierda” entiende que ya no es una pequeña provincia
delimitada bélicamente por el mundo musulmán, sino que está en el “centro del
mundo”, que ésta posición le da superioridad y así nace el mito de la
Modernidad, del desarrollo y por consiguiente el antecedente de las dos
doctrinas que pusieron al mundo de cabeza: el Positivismo y el Capitalismo.
Podemos destacar, que el
descubrimiento de las personas que aquí vivían, crea en el europeo la
perspectiva (apoyada en el desconocimiento de la existencia de esta cuarta
parte del mundo) de que América está siendo habitada por “El Otro”[9], que al notar que no
resiste como los asiáticos a la dominación (evidente superioridad del ser
asiático) llega a ser una proyección de “Lo Mismo”.
Estos preceptos, por lo tanto, nos llevan
al concepto de “colonización”, donde, la conquista de estos pueblos, se
justificaba por la inferioridad del indio, por la creencia de que los ritos
religiosos de la región eran dedicados al demonio, seguida que el hacer la
guerra contra estos pueblos, era una razón justa si es que persistían en no
aceptar al Cristianismo. Había una necesidad de “pacificar” a los indios, de
llevarlos a la verdadera religión. Obliga a los indios a ser un mero
instrumento de trabajo, un ser que al ser infantil[10]
debía ser guiado y educado por un adulto[11]. Notamos
una acción de dominación sobre el indígena, que no queda como puramente
espiritual, política y del ego, sino también una dominación erótica, Dussel nos
explica “El conquistador mata al varón indio violentamente o lo reduce a la servidumbre,
y "se acuesta" con la india (aun en presencia del varón indio), se
"amanceba" con ellas se decía en el siglo XVI. Relación ilícita pero
permitida; necesaria para otros pero nunca legal -de hecho el español, cuando
podía, se casaba con una española-. Se trata del cumplimiento de una
voluptuosidad frecuentemente sádica, donde la relación erótica es igualmente de
dominio del Otro (de la india). Sexualidad puramente masculina, opresora,
alienante, injusta. Se "coloniza" la sexualidad india, se vulnera la
erótica hispánica, se instauran la doble moral del machismo: dominación sexual
de la india y respeto puramente aparente de la mujer europea. De allí nace el
hijo bastardo (el "mestizo", el latinoamericano, fruto del
conquistador y la india) y el criollo (el blanco nacido en el mundo colonial de
Indias).”[12]
Sin embargo, toda ésta atrocidad
cometida en agravio a los pueblos americanos, debía ser justificada en palabras
que fuesen apacibles. Los europeos, como buenos oradores, dijeron ante el mundo
(europeo, obviamente) que ésta conquista espiritual era realmente un “encuentro
de dos mundos”. Evidentemente se trata de un eufemismo, pues, como revisamos
anteriormente, había un desprecio hacia los ritos, los dioses, los mitos y
creencias indígenas[13], sin embargo, se explica
que todo conlleva al surgimiento de una nueva religión, una nueva variante del
cristianismo, compuesta de santos, que (en mi hermenéutica) resultan
europeizaciones de los dioses precolombinos, la Virgen de Guadalupe podría ser
una Coyolxautli, vestida a la “imagen y semejanza” del europeo[14].
En la quinta conferencia,
encontramos una crítica al “mito de la modernidad”, mostrándonos tres
perspectivas distintas sobre las concepciones de modernidad: la de Ginés de
Sepúlveda, la de Gerónimo de Mendieta y de Bartolomé de las Casas.
Ginés de Sepúlveda, por su parte,
maneja la “Modernidad como emancipación”, es decir, libertar a los pueblos del
subdesarrollo, de vivir oprimidos a los caprichos de sus señores, de las
prácticas que resultan anti-modernas, retrógradas; como el desconocimiento de
la propiedad privada y carencia del concepto de herencia. Se remite a la
falacia desarrollista.
Gerónimo de Mendieta por su parte,
expone lo que para Dussel es la “Modernidad como utopía”, el cual es uno de los
puntos de la conquista espiritual de los pueblos indígenas, se basa en términos
simples de arrebatar a los nativos de las garras del demonio[15]. Se expone la posibilidad
de la modernidad emancipadora pero llevada un eslabón adelante, con la
propuesta del proyecto modernizador, donde se le iba a otorgar herramientas
modernas al indio, al cual se le daría la oportunidad de conservar sus
vestimentas, lenguas autóctonas y autoridades políticas, haciendo de América
una “comunidad cristiana fuera del influjo hispánico”[16] bajo el control fraternal
de los franciscanos. El proyecto fracasa cuando colonos españoles toman el
dominio de las comunidades indígenas.
Finalmente, Dussel expone la primer
crítica a este mito europeo de la modernidad, la cual está formulada por
Bartolomé de las Casas, pues divisa que la supuesta inmadurez kantiana estaba
formulada únicamente como la justificación que anteriormente habíamos
comentado. Busca asimismo persuadir a que la conquista debe respetar la
Alteridad de los pueblos oriundos, asumir la Modernidad sin legitimar su mito[17], es decir, la violencia
justificada como civilizadora. Quita la culpabilidad a los indígenas[18] y se la atribuye al
“inocente”, es decir, a los héroes civilizadores.
Para la sexta conferencia, Dussel
nos presenta una propuesta de una nueva forma de mirar a la Historia Universal,
que como se mencionó en la introducción, es a la inversa de la visión
eurocéntrica. Explica que los rasgos verdaderos de civilidad se dieron hacia el
Oriente de Europa, hacia el Asia, para terminar en su cumbre que serían las
culturas americanas. Esta afirmación es atrevida, pues nos evidencía la clara
“inferioridad” europea ante el mundo islámico y asiático, mundo ante los cuales
Europa era impotente. Nos hace vislumbrar la idea de que la finalidad de los
viajes de Colón era encontrar una nueva ruta comercial hacia China y la India
donde sus enemigos invencibles no estuvieran presentes.
En conclusión, la lectura nos da un
panorama crítico del “descubrimiento de América”, que en términos humanos y
cotidianos se reduciría (por términos prácticos) a un niño que les está
prohibido jugar con otros chicos de un barrio distinto, barrios que además son
territorialmente más extensos, y que cansado de ésta situación, busca por el
otro lado a otros chicos con quienes jugar, pero él, resentido de los maltratos
recibidos, descarga toda esa furia contra un ser que él consideraba más débil y
pequeño que él, pasa de ser una víctima a ser un victimario, era evidente que
iba a repetir los viejos moldes en los cuales había sido tratado, sea por sus
padres, por los otros chicos que le negaron la amistad y que siempre lo
doblegaron e hicieron que les besase las rodillas, al “descubrir” América,
había descubierto de la misma forma a quién le besase las rodillas, sólo que el
coraje acumulado haría propinar un cruento rodillazo a los labios que le había
jurado –por miedo y derrota física– la sumisa obediencia. Esta idea tiene una
culminación climática y radicalizada en el nazismo de Hitler, quien lleva las
ideas hegelianas y nietzscheanas a praxis, siendo ésta su cumbre. Creo, que
Europa ha sido una región que siempre ha estado en un constante conflicto
bélico, y la explicación que encuentro es simple: Europa, siendo el continente
más pequeño, tiene, por consiguiente, menor cantidad de recursos naturales, los
pueblos europeos se enfrentaron a la inclemencias del clima, de la topografía,
de la competencia territorial, tenían una necesidad de desarrollo de
comodidades y de formas de obtención de recursos. Hundidos en las necesidades,
desarrollaron complejos sistemas de producción y resolución de problemas.
Fueron, desde el punto de vista darwinista, la cepa que mejor supo adaptarse.
América, África y Oceanía, sumergidos en la abundancia de recursos naturales,
no tuvieron necesidad de desarrollar la tecnología al nivel de los europeos,
concentrándose así en su expansión humana, espiritual e intelectual, expansión
que por el ego europeo de superioridad no supo ser tomada en cuenta y
consecuentemente destruida. Europa estaba profundamente lastimada por el mundo
musulmán, infinitamente cegada por la Iglesia Católica y en una ferviente
necedad de salir de aquella pequeña burbuja que tanto les asfixiaba. Europa
había encontrado una espacio geográfico que cuantitativamente era rico, que
bajo sus necesidades expansionistas y de progreso, sólo un imbécil hubiera
podido pasar por alto.
[1]
Hegel, Filosofía de la Historia
Universal.
[2]Kant, Immanuel. A 481.
[3] Hegel, Die Vermunft in der Geschichte, (1830)
[4]
Antonelo Gerbi, La naturaleza de la
Indias Nuevas, FCE, México, 1978.
[5]
Dussel, Enrique, 1492 El encubrimiento
del otro. 1994 Ed. UMSA. Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación
Plural Editores Pp: 17.
[6] Hegel, Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte.
[7]
Ibid.
[8]
Recordemos que para Europa, el mundo estaba conformado sólo por tres partes:
Asia, África y Europa, donde los superiores eran, evidentemente, Asia y Europa.
[9]
Según los europeos, el ser asiático era “el otro”, es decir, bárbaros,
incivilizados. Deriva de una concepción idiosincrática, de una visión
identitaria y un concepto de civilidad heredado de las culturas clásicas. El
ser americano era visto como un cuasi animal.
[10]
Concepción de la inmadurez culpable de Kant.
[11]
Este adulto, evidentemente es el primer “hombre moderno”: el conquistador. Hoy
podemos ver esta perspectiva de modernidad hegeliana, en la discusión de los
sistemas de justicia, es decir, la incorporación del indígena a las leyes del
derecho positivo, dado que bajo sus “usos y costumbres” hay violaciones a los
Derechos Humanos, los cuales, también son modernos.
[12]
Pp. 51.
[13]
Pp. 62.
[14]
Otro rasgo de la “invención” del ser americano. Buscaron perfeccionar al ser
europeo.
[15]
Pues se consideraban, repito, demoníacos todos los ritos.
[16]
Pp. 76.
[17]
Pp. 79.
[18]
Culpabilidad que ya habíamos nombrado, el europeo justifica que el indígena
“tiene la culpa de haber sido conquistado”, por las razones expuestas a lo
largo de este estudio.
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